Este sitio web utiliza cookies para asegurar la mejor experiencia de usuario y realizar estadísticas anónimas de uso de la web con el objetivo de conocer a nuestros visitantes y los contenidos que más les interesan. Si continuas navegando, consideramos que acepta su uso. Puedes obtener más información, o bien conocer cómo cambiar la configuración, en nuestra política de cookies.

Alumnos en el campus de la Universidad Francisco de Vitoria. Pozuelo de Alarcón (Madrid)
Study in Spain Study in Spain

Dos días en Santander


Dársena de Molnedo, en Santander © Turespaña

Dos días en Santander

Dársena de Molnedo, en Santander


Una de las ciudades más elegantes y bellas de la costa norte de España es, sin duda, Santander. Tanto el mar como la montaña están presentes en esta ciudad que conquista por su ambiente señorial, sus edificios decimonónicos, sus encantadoras terrazas o por su espectacular bahía, reconocida como una de las más bonitas del mundo.

Día 1

Casco Histórico
 
Comenzamos nuestro recorrido en los jardines de Pereda y aprovechamos para obtener información en la oficina de turismo allí situada. Lo atravesamos tras contemplar sus cedros y magnolios y entramos en el Casco Histórico. No es muy amplio, así que lo mejor para conocerlo es dar un paseo por sus calles, descubrir poco a poco sus monumentos y dejarnos llevar por su aire distinguido. Lo primero que nos llamará la atención es la majestuosidad de las fachadas de sus bancos, muy importantes para Santander. Si seguimos por la calle Hernán Cortes, llegamos a la Plaza Porticada, uno de los lugares con más vida de la ciudad y todo un símbolo, ya que se construyó para ser el nuevo centro de la ciudad después de que un incendio arrasara Santander en 1941.

Al lado, encontramos la Iglesia del Cristo y la Catedral de Santander, frente a la Iglesia de la Compañía. Es el momento de inmortalizar con nuestra cámara la belleza que nos rodea y de conocer las leyendas de los orígenes de la ciudad.
 
Si continuamos por la calle Juan de Herrera, llegamos hasta la plaza del Ayuntamiento. Siempre tiene un ambiente animado y seguro que hay gente descansando en sus bancos. Desde aquí, podemos acercarnos hasta el Museo Municipal de Bellas Artes o hasta la Casa-Museo y Biblioteca Menéndez Pelayo, uno de los grandes pensadores de esta tierra. Eso sí, si lo que buscamos es alegría y conocer el día a día de los santanderinos, nada mejor que entrar en el Mercado de la Esperanza, donde se vende uno de los mejores pescados frescos de España.
Tras una mañana cultural, aprovechamos para hacer nuestras compras. Si continuamos por la calles Jesús de Monasterio y San Fernando, estaremos en la zona más comercial de Santander, ideal para adquirir un regalo o un recuerdo de nuestro viaje.


Una ciudad abierta al mar
 
Justo en esta zona y sobre todo en la calle Vargas (paralela a San Fernando) hallaremos varios locales perfectos para degustar la cocina marinera típica de Santander. No debemos olvidarnos de pedir las famosas rabas, los caracolillos o los mejillones. Deliciosos.
La tarde es el momento idóneo para conocer el Santander marítimo caminando junto a la bonita zona del muelle. Salimos de los jardines de Pereda, junto a los que se sitúa la famosa Grúa de Piedra, de 30 toneladas.
 
Podemos tomar un café en el paseo de Pereda, ya que está lleno de elegantes locales de corte literario que seguro nos encantan. A pocos metros, encontramos el Palacete del Embarcadero, y desde aquí, nos animamos a hacer una agradable excursión. Y es que desde este palacete sale un pequeño barco que nos dará una vuelta por toda la bahía. La vista que obtenemos de la ciudad desde el mar es increíble, así que este viaje de una hora supone una experiencia maravillosa.
 
A nuestro regreso, ya a pie y recorriendo el Muelle del Calderón, nos encontramos con la escultura de “Los Raqueros”, que representa a unos niños tirándose al agua y que se hizo como recuerdo de los chicos que hace unos años se lanzaban a la bahía para coger las monedas que les lanzaban los turistas. Junto a ellos podemos hacernos una de las fotos más curiosas y divertidas.
 
Si seguimos caminando, pasamos junto al Club Marítimo Puertochico y frente a llamativos edificios como el Planetario o el Palacio de Festivales. Por la avenida de Luis Carrero Blanco, llegamos al Museo Marítimo, que merece una parada para conocer su interior, con sus modernos acuarios y aprender más sobre la relación del hombre con el mar. Una vez que dejamos atrás el museo, comienza la zona de playas (la de Los Peligros y la de La Magdalena son las primeras), donde podemos refrescarnos y pasar el resto de la tarde.


Ten en cuenta

Existe un carril bici a lo largo de todo este itinerario que permite hacer deporte mientras se disfruta del paisaje marítimo.
 
Las excursiones en barco desde el Palacete del Embarcadero se realizan entre julio y octubre, aproximadamente.
 
A la hora de cenar, una buena opción es volver al centro e “irnos de tapas” (tomar de bar en bar pequeñas porciones de las especialidades de la cocina de la zona) por los alrededores de la plaza de Cañadío. Y es que esta zona es una de las más conocidas de la ciudad para después salir de marcha o a tomar una copa. Si es verano, seguro que encontramos esta plaza llena de gente divirtiéndose.

Día 2

Península de la Magdalena
 
Nos disponemos a dedicar la mañana a conocer la Península de la Magdalena, uno de los entornos de Santander más bellos y especiales. Antes de llegar, podemos descender por la calle Horadada hasta el borde de la playa, y junto a las rocas, obtener una visión preciosa de las Islas de La Torre y Horadada. Avanzamos, ahora sí, hasta la entrada de este gran parque. Se trata de una zona extensa, de unas 25 hectáreas, así que, si no queremos caminar, siempre podemos montarnos en el tren turístico, “Magdaleno”, que la recorre.
 
En esta ocasión, optamos por descubrirla caminando. Pasamos cerca de la playa de Los Bikinis para encontrarnos con el Embarcadero Real y llegar hasta el Faro de la Cerda. Si continuamos rodeando la Península, llegaremos a una explanada que nos conduce hasta la joya de Santander: el Palacio de la Magdalena.
 
Estamos en la cumbre de la península, así que es el momento de hacer una foto de este majestuoso Palacio Real y de las inmejorables vistas del paisaje de Santander que se obtienen desde aquí. En el descenso, encontramos tres auténticas carabelas que un marino donó a Santander (y que se dice que son una réplica de las de Cristóbal Colón) y un divertido mini-zoo donde podremos ver animales marinos como focas, pingüinos o leones marinos sumergidos en el agua que llega directamente desde el mar.


Ten en cuenta
 
Es posible alquilar un segway (junto al Campo de Polo y el Restaurante) para recorrer la Península de la Magadalena.


Las playas de El Sardinero
 
Tras una mañana de lo más agradable, es el momento de comer. Si avanzamos por la avenida de la Reina Victoria y atravesamos los bellos jardines de San Roque, llegamos hasta la Plaza de Italia. Aquí encontraremos el majestuoso y emblemático Gran Casino que, creado en 1916, parece presidir la ciudad y contribuye a aumentar esa sensación de cuento en el que parecemos estar. Aquí, sobre todo en verano, hay multitud de terracitas con vistas a la playa, ideales para comer mientras la brisa marina con olor a sal nos acompaña.
 
Estamos en la zona más popular de la costa de Santander: El Sardinero, así que después de comer no debe faltar un baño en cualquier de sus magníficas playas. Tenemos varias para elegir: desde la del Camello (posee una roca cuya forma recuerda a este animal) o la de La Concha hasta las propias del Sardinero (con más de un kilómetro de longitud). Tomar el sol tumbados en su fina arena dorada y contemplar el paisaje que nos rodea o incluso animarnos a practicar surf es una experiencia que recordaremos siempre.
 
Después de un chapuzón, siempre podemos recorrer con tranquilidad el paseo marítimo, hacer una parada en el espectacular mirador de los Jardines de Piquío (muy románticos, si vamos en pareja) y continuar hasta el final del Parque de Mesones. Por el camino, veremos algunos de los palacetes y casonas más bellos de la ciudad por un lado y barquitos de vela por el otro. ¿Qué más se puede pedir?
 
Si hemos preferido no darnos un baño y tenemos tiempo, podemos animarnos a continuar y hacer el recorrido que nos lleva hasta el otro extremo de la ciudad, el Faro de Cabo Mayor, de 30 metros de altura. Llegaremos hasta él por la avenida del Faro y es perfecto si lo que buscamos es un paisaje de naturaleza mucho más salvaje, ya que allí el mar es más abierto y los acantilados son dignos de admirar.
 
Para finalizar, no podemos perdernos uno de los momentos más especiales del día en Santander: un atardecer. Lo mejor es que volvamos sobre nuestros pasos para llegar al mirador de la plaza de Italia, nos sentemos en un banco y veamos cómo se pone el sol mientras divisamos a lo lejos el Palacio Real de la Magdalena. Además, por esta zona, encontraremos algunos de los restaurantes más distinguidos de la ciudad para culminar la jornada con una buena cena. Una forma perfecta de terminar nuestra visita a Santander, la ciudad que muchos conocen como “la novia del mar”.


Ten en cuenta

Un bus turístico recorre toda la zona costera de la ciudad. La salida se realiza desde el paseo de Pereda y posee un sistema de audio en ocho idiomas.
 
La zona del Faro de Cabo Mayor cuenta con el campo de golf de Mataleñas, con vistas a la costa.
 
En Santander, existen tanto escuelas de surf como de equitación para los aficionados a estos deportes.
 
Hay dos excursiones imprescindibles si tenemos tiempo para conocer los alrededores de Santander: el Parque de la Naturaleza de Cabárceno, a tan sólo 15 minutos; y el Museo de Altamira, a 30 minutos.
 
Si visitamos Santander en julio, tendremos la posibilidad de conocer la fiesta de sus Baños de Ola, que recrean la llegada de los primeros turistas a principios del siglo XX.




Y además